viernes, 25 de diciembre de 2015

Nueva Secretaría de Cultura en México


Como una deuda de la historia para un país que tiene una gran historia y tradición de influencia en el arte mundial y parte de las civilizaciones arquetípicas del mundo, se ha creado por fin una Secretaría de Cultura, el equivalente a un ministerio de cultura en otros países. Al parecer todos se hacen bolas con las definiciones y caracterizaciones así como los ámbitos de influencia por lo que van desde los que piden una corte de los milagros de las artes hasta el espacio de relumbrón político del gobierno. No le pidamos demasiado a un gobierno que se dice socialdemócrata a partir de su casi desaparición histórica en el 2000 y su nuevo rostro. Deambulemos solamente en aquellas aristas de la coyuntura de una transición de lo viejo a lo nuevo.
Primero hagamos un diagnóstico de lo que hubo y luego veremos lo que hace falta ante lo nuevo. SNCA, FONCA, FONART, INBA, INAH, PACMYC, CONACULTA, etc., son siglas que nos tenían acostumbrados desde el Salinato a una correlación donde el recurso público se gastaba más en una burocracia que en la sociedad cuando la cultura se desarrolla más en la sociedad que en el estado. Ante ello se construyó una realidad en el arte y la cultura donde los recursos privados generaron una realidad paralela y donde se han hecho carreras internacionales navegando por los ámbitos independientes de los recursos sociales.
Entendamos que los recursos se dividen en tres: los recursos privados, los sociales y los públicos. Una Secretaría de Cultura navega con recursos públicos que deberían ser de todos los ciudadanos pero que se han administrado hasta ahora como casa de cultura de rancho: nada más para el cacique en turno que hasta hace fiestas privadas en palacios históricos. Cada membrete que se ha hecho para la riqueza pública destinada al rubro de la cultura ha tenido su problemática particular que ahora se encuentra rebasada por el golpe en el tablero de ajedrez que significa el cambio a Secretaria. Partir de la problemática específica de cada membrete es regresar a un pasado que ya fue. Replantearse la administración de ese pedazo de la riqueza pública debe partir del papel que un gobierno socialdemócrata debería cumplir y las necesidades históricas de lo nuevo que está por surgir.
Realmente todo depende de lo que el gobierno socialdemócrata del PRI quiere hacer y ahí sólo hay dos caminos: apoyar un proyecto aburguesado que tenga paliativos ante las clases bajas o realmente ser un equilibrio entre las distintas clases sociales y cumplir con ser mecenas de las artes y albacea de la cultura con el minúsculo recurso que seguramente le destinarán. Con todo ello deberá además responder ante la presión del desarrollo histórico de las artes y la cultura en sus especificidades regionales del país y de cada caso.
Estamos ante desarrollos específicos en las artes, donde algunas exigen las condiciones para ser reconocidas como industrias culturales y otras han llegado al posindustrialismo sin pasar por el recurso público. No digamos de fenómenos similares para la cultura, pues esta se desarrolla a pesar muchas de las veces del recurso público y a veces del privado. A pesar de existir muchos ejemplos del poder del recurso social - como por ejemplo los pueblos mágicos que son un cruce de recursos sociales, públicos y privados que atraviesan lo cultural con lo turístico y a veces lo religioso - y otros fenómenos como el acervo muralístico de Tepito hecho con recursos en su mayoría social o autogestivos, sigue despreciándose en los diagnósticos y análisis sesudos de los opinadores de arte y cultura. Ciertamente hace falta ampliar el SNCA y el FONCA hacia un sistema de seguridad social efectiva de los artistas y creadores. El PACMYC hacia un sistema de promotores culturales comunitarios, el INBA hacia un sistema educativo nacional de las artes y su ejecución, el INAH hacia nuevos sistemas de estudio y protección del patrimonio material e inmaterial de México, etc. Todo tomando en cuenta a las distintas etnias, culturas vivas y desaparecidas, así como a la civilización madre de mesoamérica, que conformó a nuestro país y a sus artistas que la engrandecieron.

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